miércoles, 20 de julio de 2016

Día Del Padre

 Perdón por la desaparición, pero mi computadora se lleno de virus y las pocas historias que tenia escritas creí haberlas perdido, pero no fue asi. Esta historia la pensaba publicar el día del padre, como es el nombre de esta, pero un día antes sucedio lo del virus.
Bueno, esta historia esta dividida en tres partes, aquí va la primera parte, mañana publicare la segunda.



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 “Gracias, cariño”
  “De nada, papi”

  Sofi, mi única hija, me levanto temprano con un delicioso desayuno que me llevo a la cama. Hoy es el día del padre y es el único día que puedo pasar entero con mi hija.
  Su mamá y yo nos hemos divorciado hace varios años, llegamos a un acuerdo de con quién se quedaría nuestra hermosa niña, yo solo la puedo tener máximo dos semanas cada tres meses  y casi no la veo por mi trabajo ajetreado. Hoy, tengo un día completo para disfrutarlo con mi hija de 16 años.
  Después de haber terminado el desayuno, Sofi se quedó conmigo en la cama viendo la tv. Se levanto y dijo que iba por otra sorpresa para mi. De verdad que sí la amo, es lo mejor que pudo haber llegado a mi vida, ella cree que es el motivo por el cual nos separamos su madre y yo, pero fue porque ella me había engañado con su jefe.
  Sofi, entra al cuarto con una caja en un envoltorio azul y un moño amarillo.
  “Felicidades, al mejor papá del mundo” me dice mientras lanza confeti y me extiende la cajita azul.
  “Hahaha, gracias hija, no tenias porque comprarme un regalo”.
  “Claro que tenia, papá”.
   Me da un abrazo y un beso en la mejilla “Este regalo cambiara tu vida”.
   No entiendo el porqué ha dicho eso. Sofi, se queda sentada en la orilla de la cama, con las piernas cruzadas. Lleva puesta su pijama de conejito, la que le regale en su cumpleaños pasado. A pesar de tener 16 años Sofi, no es la típica adolescentes que odia pasar el día con sus padre, siempre le gusta salir conmigo y que la trate como una reina.
  Abro la caja rompiendo la envoltura azul y cuando lo destapo no esperaba encontrarme con un bote de vidrio con un liquido entre azul y verde.
  “Qué es esto, hija” 
  “Tú obsequio”
  “Si, es mi regalo pero, pero...” No me deja terminar cuando me interrumpe.
  “Solo bébelo, papi”
  Pone ojos de perrito triste, y claro que no le puedo decir que no a esos hermosos ojos. Sin renegar más le quito el corchó al bote y pongo la boca del cristal sobre mis labios. El liquido al tocar mis papilas gustativas tienes un sabor bastante raro, una combinación entre un café americano con menta, no es un buen sabor. Ingiero todo el pomo y la menta hace que sienta como va pasando por toda mi garganta hasta llegar a mi estómago. El sabor mentolado empieza a expandirse  por todo mi cuerpo y viaja a través de mis venas.
  Siento un gran cosquilleo en mi cuerpo, empiezo a temblar, cada parte de mis músculos se empiezan a entumecer a tal grado que soy incapaz de moverlos. Estoy totalmente inmovilizado, la habitación comienza a hacerse mas grande, mi cama queda a la altura de mi abdomen y mi hija que esta para en frente de mi me ve de arriba hacia abajo. ¿Me he encogido o mi hija ahora es una gigante?
  “Papá, qué bonito te ves”.
   Intento hablar, pero mi boca no se mueve ni produzco algún sonido.
  Es como si de pronto apagaran todas las luces y solo quedara un fondo oscuro.
  Despierto en mi habitación, qué bueno que todo fue un sueño. Doy un salto para salir de la cama, por dios desde cuando la cama es tan alta, muevo mis pies para dirigirme al pasillo.  Capto dé reojo a un niño, me volteo inmediatamente y no puedo creer lo que veo reflejado en el espejo.

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